[Dos en un garaje] Apple y la paradoja del nuevo iPad

A comienzos de semana, pudimos comprobar de primera mano, en una las keynote más completas y atiborradas -quizás en exceso- de novedades del año, la renovación total del nuevo iPad con pantalla retina. En menos de siete meses, el nuevo iPad ha dejado de ser nuevo, y ha pasado a convertirse en un fantasma.

Descontando los nuevos iMac e iPad mini, y las mejoras en las gamas Mac mini y MacBook Pro, el cambio más radical -e inesperado- de la presentación de Apple del pasado martes, fue la actualización del nuevo iPad, el tablet con pantalla retina de la manzana. Pese a que se esperaba un cambio de conexión -dock de 30 pines por conexión Lightning-, en Cupertino decidieron dar un paso adelante y anunciaron la cuarta generación del dispositivo, con profundos cambios internos, que incluyen un nuevo procesador A6X y un aumento de la calidad y la resolución en sus cámaras delantera y trasera o una conexión inalámbrica más potente y rápida. Lo que parecía una actualización pequeña del iPad, ha dejado abierta una brecha y ha asentado un más que posible precedente en cuanto al ritmo de anuncios y lanzamientos de la compañía.

Como recordaréis, el nuevo iPad se lanzó, por todo lo alto, a finales de marzo. El tablet fue todo un éxito, incorporando por primera vez la pantalla retina y añadiendo potencia extra gracias a su procesador A5X, un chipset con hasta cuatro núcleos gráficos. A simple vista, parece un dispositivo completo, bien acabado y potente. Y de hecho, lo era. Y lo sigue siendo. Pero tras el cambio de conexión del iPhone 4S al iPhone 5 -y demás gama iOS-, Apple ha decidido actualizarlo por todo lo alto, apenas siete meses después, sacando una nueva generación y dejándolo en la estacada -en su página web, ya no aparece-.

¿Dónde quedó el resolucionario nuevo iPad? ¿Dejó de ser nuevo? Que no cunda el pánico. El nuevo iPad -el de tercera generación- sigue siendo igual de potente, interesante y versátil, pese a que Apple haya decido dejarlo de lado tan rápidamente -aunque es mejor decir, sobre todo para evitar suceptibilidades apartarlo de su lineup-. Todos tenemos claro que la tecnología es un mundo traicionero, donde lo nuevo es viejo al poco tiempo, y donde lo revolucionario, acaba siendo convencional instantes después. Pero a ningún consumidor, a ninguno, le hace especial gracia sentirse desactualizado, y menos cuando Apple nos tiene acostumbrados -para bien o para mal- a ciclos anuales de renovación de productos. ¿Qué ha cambiado? En principio, nada. O eso esperamos. Pero algo que nos hacía tanta gracia en la competencia, como las renovaciones aleatorias, constantes y anárquicas de otras empresas como Samsung, ahora se han instalado en una empresa ordenada como Apple. Entre ambas políticas hay un mundo de diferencia, pero ya existe un precedente no demasiado agradable para los consumidores. ¿Seguirá el nuevo iPad de tercera generación con soporte por parte de Apple? Pues claro, no hay duda. Pero… ¿ha sido su vida comercial aquello muchos esperábamos cuando invertimos una buena cantidad de dinero? Lo dirá el tiempo. De momento, muchos clientes y usuarios -entre los que me incluyo- seguimos, y seguiremos disfrutándolo.

Sea como sea, con o sin conector Lightning, Apple ha vuelto a actualizar su tablet estrella por todo lo alto de cara a las Navidades. Ahora solo queda esperar si este nuevo ciclo -renovación en octubre- se mantiene, o en marzo, volvemos a tener una actualización con forma de iPad de quinta generación. La incertidumbre, algo que no existía ni se prodigaba en demasía entre los aficionados de Apple, se ha instalado y posado levemente sobre las carteras de muchos de sus consumidores.

Alberto González

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